revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

El Moby Dick de...

Entre la astronomía y África

Cuando era una niña tenía dos sueños, conocer el universo y conocer África. Los dos parecían tan inalcanzables, tan salvajes y diversos, tan misteriosos y llenos de retos. Quería entender qué son las estrellas y las galaxias, y cuán grande es el universo. ¿Qué es todo lo que hay ahí? Pero también quería explorar y entender África, estar y trabajar ahí para luchar contra la pobreza. Me indignaba y entristecía vivir en un mundo tan desequilibrado, tan loco, respecto a nuestros derechos y acceso a necesidades básicas. A lo largo de mi vida estos dos sueños han ido evolucionando, cogiendo su forma, cogiendo mi corazón y ocupando mi mente, y se han convertido en unas de mis mayores pasiones.  
No siempre ha sido fácil vivir juntas estas dos pasiones. Una de las veces que lo sentí fuerte fue cuando por primera vez pisé el continente africano y me fui a Tanzania como voluntaria a dar clases de ciencia en tres orfanatos y a trabajar con niñas y niños de la calle. En aquel momento, en 2006, estaba en mi segundo año de doctorado en el Instituto de Astrofísica de Canarias, estudiando las propiedades de las galaxias activas. Estas galaxias son unos de los objetos más luminosos del universo por tener un núcleo activo o un AGN (del inglés Active Galactic Nuclei), un agujero negro supermasivo a cuyo alrededor, a través de acreción del material, se liberan enormes energías en distintas longitudes de onda. Al ser tan luminosos son unos de los objetos más lejanos que podemos observar en el universo, y por lo tanto muy importantes para entender cómo se han formado y han evolucionado las galaxias a través del tiempo cósmico. Me impactó la experiencia, la pobreza y la realidad vivida en Tanzania y, al volver después de dos meses a mi instituto y a mi doctorado, me sentí algo desfasada estudiando la relación entre la masa del agujero negro en galaxias activas y su luminosidad emitida en rayos X. En ese momento era tan fácil caer en la pregunta que muchas veces escuchamos, ¿qué relevancia tiene estudiar algo, aunque maravilloso, tan lejano y tan fuera de nuestra realidad y de las dificultades vividas aquí en la tierra? Pero al mismo tiempo tenía en mi mente las caras de los niños de la calle, y me acordaba de que cuando más ilusionados estaban con las clases era cuando hablábamos de astronomía. Nadie se quedaba indiferente cuando se hablaba del universo, incluso aquellos que tenían muchísima dificultad para centrarse y estudiar y que habían dejado ya la escuela. Entonces, ¿igual la astronomía es mucho más de lo que parece?, e ¿igual a través de astronomía podemos luchar contra la pobreza a más largo plazo contribuyendo al desarrollo de la educación y de la ciencia en África?
Hoy en día creo profundamente en lo último. La astronomía tiene muchísimas caras y una capacidad impresionante para contribuir al desarrollo de la educación, la ciencia, la innovación y la tecnología. A lo largo de los últimos diez años muchos países africanos han empezado con el desarrollo de la astronomía y las ciencias espaciales con el objetivo de mejorar muchos de sus retos y dificultades en un futuro. He tenido la suerte de observar muy de cerca y participar de forma activa en estos primeros desarrollos en Etiopía, Ruanda, Uganda, Tanzania, Kenia, y Ghana, además de Sudáfrica, dando clases en las universidades, organizando e impartiendo cursos específicos, dando clases para el profesorado a través de NASE (del inglés de Red para la Educación de Astronomía en la Escuela), supervisando estudiantes de máster y doctorado, formando colaboraciones científicas y trabajando en divulgación.

En Etiopía

Desde hace dos años, aparte de ser doctora vinculada en el IAA-CSIC, trabajo en el Instituto Etíope de Ciencias Espaciales y Tecnología (ESSTI en inglés), un centro de investigación nuevo y el primero de ese tipo en toda Etiopía y África del Este. En el ESSTI estamos empezando casi desde cero con todo el desarrollo institucional, el desarrollo de la capacidad humana en astronomía y ciencias espaciales, y el desarrollo tecnológico y científico en los campos mencionados. Estamos formando a los primeros expertos en astronomía y ciencias espaciales a través del programa de máster y de doctorado que desarrollamos, donde todos nuestros estudiantes son ya instructores en alguna de las universidades públicas de Etiopía. Estamos trabajando en documentos oficiales del gobierno proponiendo cómo desarrollar la astronomía y las ciencias espaciales en los próximos veinte años y cuáles serán los beneficios para el país y la región. Además, junto con la Sociedad de Ciencias del Espacio Etíope participamos activamente en programas de divulgación. Y, en colaboración con la Sociedad de Mujeres Etíopes en Ciencia y Tecnología, he comenzado con las actividades divulgativas con las niñas en las escuelas de secundaria para inspirarlas y animarlas a trabajar en ciencia. Tenemos el objetivo de alcanzar el mayor número posible de niñas en toda Etiopía. Adicionalmente, mi sueño es crear una red africana de mujeres que trabajan en astronomía y ciencias espaciales para visibilizar, unir, y empoderar a las mujeres en nuestro campo. Estas son solo algunas de las actividades que estamos llevando. Se están consiguiendo ya los primeros resultados, pero hay muchísimo por hacer, en Etiopía y en el resto de países de África.
Estos nuevos desarrollos en África están ahora abriendo todo un espectro de posibilidades para nuevas colaboraciones internacionales, para que así juntos podamos contribuir al desarrollo de la educación y la ciencia y ver, en un futuro, este mundo mucho más equilibrado y justo. 

Mirjana Povic

Trabaja en el Ethiopian Space Science and Technology Institute (ESSTI, Etiopía) y es doctora vinculada en el IAA-CSIC. Sus líneas de investigación se refieren a la actividad nuclear  y la clasificación morfológica de las galaxias y el papel de la actividad nuclear en su formación y evolución. Participa en proyectos de desarrollo de educación y ciencia en África a través de proyectos en Etiopía, Sudáfrica, Ruanda, Uganda, Kenia, Ghana y Tanzania. En 2018 obtiene el Nature Research for Inspiring Science Award, que busca apoyar la igualdad de género y mostrar el trabajo de las mujeres en ciencia.