revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

El Moby Dick de...

HD 169142

Hace algunos años, un perspicaz radioastrónomo, a quien todos conocen como Chema, me invitó a estudiar un disco protoplanetario que rodea a HD 169142, una estrella de masa dos veces mayor que la del Sol. Al principio no estaba muy entusiasmada, porque hasta entonces me había concentrado en investigar la formación de las estrellas de masa mucho mayor. Chema había encontrado unos datos antiguos en el archivo del Very Large Array (VLA, un conjunto de antenas situado en un desierto de Nuevo México, en EEUU, que es un excelente instrumento para detectar las débiles ondas de radio que se originan en la proximidad de las protoestrellas), y quería que yo elaborara un modelo para inferir las propiedades del disco. Publicamos un artículo donde reportamos las observaciones de radio y algunas propiedades del disco derivadas del modelo, como su masa, temperatura, etc. Pero el objeto parecía prometedor, y queríamos obtener una imagen que revelara su apariencia. El VLA puede configurarse como un “zoom”, y pedimos tiempo de observación para obtener una imagen en la configuración que proporciona mayor detalle.

HD 169142

Cuando obtuvimos la imagen nunca pensé que sería la primera de una larga serie de observaciones que realizamos con el VLA para tratar de entender dicho disco. La imagen era diferente a las obtenidas previamente con los telescopios infrarrojos, pues en ella el disco aparecía como una pequeña estructura alargada, formada por grumos, y que parecía tener forma de espiral, mientras en que en las otras imágenes aparecía redondo y con un tamaño mayor.  Para tratar de resolver el dilema enviamos nuevas propuestas de observación. Pero empezábamos a sospechar que en la imagen de radio estábamos viendo la región más interna del disco, y quizás aquellos grumos eran signos de formación de planetas. Los granos de polvo que existen en el medio interestelar son muy pequeños, con tamaños de milésimas de micra, pero en los discos protoplanetarios estos granos se van agregando y creciendo hasta alcanzar tamaños mucho mayores hasta, finalmente, formar los planetas. Las imágenes infrarrojas son especialmente sensibles a la emisión de los granos de polvo microscópicos, mientras que las imágenes de radio muestran la de los granos que ya han alcanzado hasta varios centímetros.
Aunque en los últimos años se han descubierto más de mil setecientos exoplanetas, solo en muy contados casos se ha obtenido imagen, y todavía no se ha logrado una imagen de un planeta en formación. En HD 169142 quizás estábamos viendo, precisamente, las “semillas” de gas y polvo que más tarde se convertirían planetas. De ser esto cierto, HD 169142 podría revelar mucho acerca de los mecanismos de formación de  planetas.
La mayor parte de los investigadores del  grupo en el que trabajo son radioastrónomos y yo hago modelos para reproducir algunas de sus observaciones. Me llevó mucho tiempo convencerles de que HD 169142 era realmente interesante y que debíamos seguir observándola. Pero las observaciones eran muy complicadas porque la estrella se ve con dificultad desde el hemisferio norte, donde está situado el VLA. Por otra parte, el propio VLA estaba sufriendo un proceso de reestructuración para convertirlo en un instrumento más sensible y sus características eran inestables. HD 169142 tampoco ayudaba, ya que repentinamente disminuyó su brillo, frustrando nuestras expectativas iniciales de observarla fácilmente.
Muchas cosas pasaron durante todo ese tiempo. Mi hija nació, creció, mi colaboradora y profesora (que me había enseñado a calcular y reproducir las observaciones de estos discos protoplanetarios) falleció, y yo seguía sin entender a HD 169142.
El año pasado, un grupo de investigadores suizo obtuvo unas imágenes de la luz infrarroja dispersada de HD 169142 con el telescopio Very Large Telescope (VLT, situado en Chile). En estas imágenes se podía intuir que en el disco se había abierto una cavidad central y luego, a una distancia mayor, se había creado un surco circular. Esto puede ocurrir si el material del disco está siendo evacuado por la presencia de embriones planetarios orbitando en torno a la estrella. Si esto es así, a HD169142 se le puede clasificar dentro de la selecta categoría de los llamados discos de transición, es decir, ¡de transición para  formar planetas!
Por otra parte, en el VLA había ya finalizado el proceso de remodelación, de modo que era capaz de obtener mejores imágenes. Comparamos las imágenes recientes del VLA con las de luz infrarroja (ver imagen) y comprobamos que la emisión en radio coincide justamente con la pared o borde de la cavidad central, corroborando que en su interior existe un vacío de material, algo que no podía verse bien en el infrarrojo porque la estrella satura el centro de la imagen. También se ve en nuestra imagen que hay un grumo de material dentro del surco exterior (situado aproximadamente a la distancia de la órbita de Neptuno), lo que sugiere que es posible que estemos observando directamente material protoplanetario que allí se está acumulando.
Después de esto, los dos grupos hemos unido esfuerzos para un estudio simultáneo en radio e infrarrojo. Estamos analizando nuevos datos, esperando confirmar, a través de imágenes directas, si en el disco de HD 169142 se están formando dos planetas, uno en la cavidad central y otro en el surco más exterior.
Mucho tiempo ha pasado desde el inicio del proyecto, y mucha gente se ha involucrado durante este tiempo. No sé si lograremos nuestro objetivo final. Quizás se consiga con nuevas observaciones o quizás surjan aún más dudas. Este es posiblemente uno de los proyectos más difíciles en que me he involucrado, pero también uno de los  más fascinantes.
 

Mayra Osorio
Mayra Osorio (IAA-CSIC)

Nació en Veracruz (México) en 1969. Realizó su doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México y una estancia postdoctoral en el Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics de Estados Unidos. Actualmente es doctora contratada en el IAA.