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revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía
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Maria Winkelmann, una astrónoma en la sombra
En el siglo XVII en Alemania encontramos una mujer que, aunque olvidada generalmente por los cronistas de la astronomía, fue una avanzada para su época: Maria Winkelmann-Kirch (1670-1720). Maria nació en Leipzig y fue criada en un ambiente religioso, primero por su padre, pastor luterano, y después por su tío a la muerte de este. Ellos le inculcaron un gran amor por el conocimiento científico. Comenzó a interesarse por la astronomía de la mano del astrónomo Christopher Arnold y posteriormente con Gottfried Kirch, el astrónomo más famoso de la época en Alemania y que se convirtió en su marido a pesar de ser treinta años mayor que ella. En 1700 se trasladaron a Berlín cuando nombraron a Gottfried astrónomo oficial de la Academia de Ciencias.
Kirch siempre mantuvo que las mujeres podían realizar grandes hallazgos en la astronomía, y con Maria encontró a la ayudante perfecta para colaborar en sus observaciones y mapas astronómicos. Winkelmann pasó entonces a trabajar junto a su esposo en el observatorio astronómico de Berlín, dentro de la Academia de Ciencias, aunque nunca llegó a poseer estudios universitarios. A las mujeres en esta época no se les permitía el acceso a la universidad.
Entre sus logros hay que destacar los trabajos publicados sobre conjunción de planetas y el hecho de que sea la primera mujer en descubrir un cometa, el cometa C/1702 H1. Sus investigaciones le valieron el reconocimiento de la academia de Berlín, que le concedió una medalla de oro. En lo que se refiere al crédito de sus trabajos por sus colegas fue escaso, y fueron numerosas las veces en las que su esposo tuvo que desmentir que algunos trabajos se los atribuyeran a él. Desafortunadamente para ella, las publicaciones de la época se redactaban en latín y solo dominaba el alemán, de modo que las presentaciones públicas en la academia las elaboraba su esposo.
Pero las medallas y el reconocimiento de la Academia no le sirvieron para obtener trabajo en ella a la muerte de su marido. Solicitó ocupar su puesto pero no fue aceptada por el hecho de ser mujer a pesar de contar con el apoyo decidido del presidente de la Academia. El presidente de la Academia de ciencias y consejero de la reina Carlota, Leibniz, mantenía la gran valía de Maria Winckelman, y tal era así que Winkelman fue a la corte prusiana a explicar el avistamiento de manchas solares, y allí Leibniz comenzó su presentación de esta manera:
“Hay en Berlin una mujer en extremo docta que podría pasar por algo fuera de lo común. Sus logros no pertenecen a la literatura ni a la retórica, sino a profundas doctrinas de la astronomía (…)”
Después de una larga batalla contra la Academia, fue contratada para dirigir el observatorio privado del barón von Krosigk. Allí entrenó a sus hijos, dos mujeres y un varón, en las artes de la astronomía y continuaron con los trabajos iniciados con su marido sobre la elaboración de calendarios. Años después volvió a la Academia como ayudante de su hijo, al que le concedieron el puesto ocupado por su padre. Se vio obligada a abandonarla más tarde para no perjudicar a su hijo ante las insistentes llamadas de atención del director por su excesivo protagonismo cuando atendía a las visitas al observatorio. Sus hijas continuaron trabajando toda su vida en la Academia como ayudantes del hermano.
En palabras de Sandra Ferrer, “Maria Winkelmann fallecía el 29 de diciembre de 1720 sin haber conseguido un reconocimiento oficial a su carrera”.