- Sala Limpia
revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía
My battery is low... and it´s getting dark
Hay momentos en la vida en los que es necesario hacer una pausa, mirar atrás y luego cambiar el rumbo y aproar hacia nuevos horizontes. Y si no, que se lo pregunten a Messi. Si bien al genio de Rosario finalmente no le han dejado salir (los madridistas proponemos que a partir de ahora tire las faltas con la derecha, en señal de protesta) yo sí que cierro una etapa y escribo ahora el epílogo de esta sección de la que me he ocupado durante casi una década. Fue allá por octubre de 2011 cuando escribí el primer número, en el que planteaba las líneas de lo que pretendía que fuera este espacio dedicado a la tecnología. Creo que no lo había vuelto a leer desde entonces, así que el otro día lo busqué, con el pulso tembloroso por la emoción y, sobre todo, porque me temía que no iba a haber contestado a ninguna de las preguntas que planteé allí. Con alivio descubrí que había tocado casi todas, algunas de ellas muy de pasada y otras con un poquito más de profundidad (toda la que permiten las ochocientas palabras que me pide mi editora o las mil cien que le entrego yo). No obstante, entre las cuestiones que quedaron en el tintero, hay algunas que no podía dejar de contestar:
- El microprocesador que usa Bender, el robot de Futurama, es el mítico MOS 6502. Y es mítico no solo porque se utilizara en varios sistemas históricos como la videoconsola Atari 2600 o uno de los primeros computadores personales, el Commodore 64, sino porque en los orígenes de la electrónica de consumo contribuyó de forma fundamental a hacer esta accesible a todos los públicos. Y es que, cuando se puso a la venta en una feria tecnológica de 1975, su precio era tan bajo comparado con el de sus competidores (25 dólares frente a los 179 del 6800 de Motorola y el 8080 de Intel) que la gente pensaba que era un fraude. No lo debía ser tanto cuando al final de la feria los responsables de las empresas rivales habían reducido el precio de sus modelos a solo 79 dólares.
- Planteábamos también cuántos espejos de telescopio se podrían aluminizar con el aluminio de una batería de cocina. El aluminizado es un proceso mediante el cual se renueva la fina capa de aluminio que sirve de superficie reflectora, y que hay que realizar cada cierto tiempo para que los telescopios mantengan sus prestaciones. Pero no penséis que se hace con una pistola de pintor o una brocha, no: se utilizan barritas de aluminio de gran pureza y apenas unos mm de grosor, que se vaporizan mediante unas resistencias a través de las cuales se hace pasar una corriente muy alta. Así se consigue que el aluminio vaporizado se deposite en una capa homogénea y finísima, de menos de una micra, que viene a ser unas diez veces menor que el tamaño de una bacteria. Somos así de pijos. Lógicamente, la respuesta a la pregunta dependería del peso de la batería de cocina y del tamaño de los espejos, pero en orden de magnitud sería: muchísimos.
- Otra pregunta que planteábamos era cuánto paga la NASA por alquilar un asiento a los rusos para sus astronautas. En aquel primer número de octubre de 2011 este era un tema candente, ya que solo unos meses antes se había cancelado el programa de la lanzadera espacial, y desde entonces la NASA pasaba a depender de Roscosmos para ir al espacio. El precio ha ido incrementándose desde los iniciales veintipico millones de dólares hasta los 86 de los últimos asientos en las naves Soyuz. Es lo que tiene el monopolio. Menos mal que han llegado las empresas privadas y en breve estarán listas las naves Dragon 2, de la empresa Space X, y Starliner, de Boeing, con las que cada asiento le saldrá a la NASA, respectivamente, por 55 y… ¡90 millones! Sí, has leído bien: más de lo que costaban los últimos alquileres a los rusos, que ya se habían subido a la parra. Y eso sin tener en cuenta que la NASA ha aportado mucha pasta en los últimos años para conseguir que Boeing respetara mínimamente los plazos y no se retirara del proyecto, probablemente con el objeto de evitar un nuevo monopolio por parte de Space X. De momento no salen las cuentas, esperemos que con el tiempo hagan ofertas de dos por uno o por lo menos regalen una taza con cada plaza.
Quedan más preguntas, pero, como siempre, me quedo sin espacio. Durante los nueve años que he estado escribiendo he intentado acercaros un poco al apasionante mundo de la tecnología. Me he centrado en aspectos relacionados con la astronomía y exploración espacial, que para eso esto es una revista de divulgación astronómica, pero también hemos hablado de otros asuntos no directamente relacionados con ellas, como nanotecnología, impresión 3D, GPS, robots, cíborgs o drones. E incluso, cuando la editora estaba despistada (aprovecho la coyuntura para darle las gracias por su paciencia y por haberme prestado este espacio durante todo este tiempo), conseguí colarle algún número sobre balones de fútbol, el concurso de Miss Universo o la receta de las torrijas de mi abuela. Espero haber sido capaz de transmitiros mi pasión por la tecnología. Y, si os ha enganchado lo que os he contado, tengo una buena noticia: esto es solo el principio. Vienen tiempos apasionantes, con viajes inminentes a Marte y a la Luna, nuevos telescopios espaciales y terrestres que van a hacer descubrimientos fascinantes (entre ellos, probablemente, indicios de vida extraterrestre), coches eléctricos y autónomos, mucha nanotecnología, grafeno, internet de las cosas por doquier, entornos virtuales de inmersión total, control de dispositivos mediante interfaces cerebro-máquina… y lo mejor de todo: muchas otras cosas que ni siquiera nos imaginamos. Yo no estaré aquí para contároslo… pero ya es hora de que voléis solos.