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revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía
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Deborah Dultzin Kessler, la niña que miraba las estrellas
Deborah cuenta que cuando era muy pequeña y le preguntaban “¿qué vas a ser de mayor?”, contestaba muy convencida “seré ‘estrellifera’”, y lo consiguió. Hoy es una de las astrónomas más reputadas de México, bien conocida por su trabajo sobre “Hoyos Negros”, como a ella le gusta llamar a los Agujeros Negros. Desde la época de la niñez hasta la Deborah adulta hay una larga historia no exenta de fascinación.
Deborah nació en Monterey en 1945, de padres inmigrantes judíos. Su madre, Fredzia Kessler, emigró a México desde Polonia y su padre, León Aryeh Dultzin, desde Bieolorusia. Aunque la familia tenía una posición social bastante acomodada, la niñez y adolescencia de Deborah no fueron fáciles. Por un lado estaban sus problemas físicos, con varias operaciones en Estados Unidos, y, por otro, la actividad política de su padre, que le llevó en 1956 a trasladarse a vivir en Israel, llegando en 1978 a ser presidente de la Organización Sionista Mundial. Su madre, que encontraba en México sus raíces más profundas, no se trasladó con su marido, instalándose en México DF con su pequeña Deborah.
Realizó sus estudios de secundaria en un colegio judío hasta que, a la edad de 20 años, ingresó en la Facultad de Físicas de la Universidad Autónoma de México. Durante su estancia en la Universidad participó en los movimientos estudiantiles que desembocaron en la tragedia de septiembre de 1968, cuando el ejército ocupó la Universidad y persiguió a quienes eran activistas del Consejo Nacional de Huelga. Afortunadamente para ella, que tuvo que esconderse en casa de unos conocidos, se le otorgó una beca para continuar sus estudios en la Universidad Lomonosov de Moscú.
En la Universidad Lomonosov estudió el máster y el acceso para estudios de doctorado bajo la dirección del prestigioso físico Yakov Borishovich Zeldovich, convirtiéndose en la única mujer discípula de tan prominente científico. Deborah cuenta que este solía decir que “no hay un Einstein con faldas”, pero ella era la excepción. Zeldovich la introdujo en su área de trabajo, el estudio de la física de agujeros negros. Desafortunadamente no pudo terminar la tesis de doctorado con él, ya que tuvo que regresar en 1973 a su país natal por problemas de salud. Tras su vuelta a México no quiso continuar con sus estudios en Rusia, ya que se casó con el eminente físico Sahen Hacyan, con quien tuvo dos hijos, Arturo y Ester.
La casualidad la ayudó en su carrera académica ya que, por aquel entonces, en los años 70, estaba tomando forma el Instituto de Astronomía de la UNAM, e incorporar a una astrónoma formada en relatividad se vio con buenos ojos. Se unió al Instituto trabajando al lado de Parish Pismis, Arcadio Poveda o Manuel Peimbert. No obstante, el Dr. Peimbert le aconsejó que su carrera sería difícil sin terminar su doctorado y, por ello, en 1985 se fue a realizar un año sabático a París para finalizar la tesis doctoral. Allí le convalidaron los estudios realizados en Rusia y, con el apoyo de la Profesora Suzy Collin, realizó una tesis sobre espectrofotometría de núcleos activos de galaxias en l’Université Paris-Sorbonne, con la mención Très Honorable. A su vuelta a México creó su propio grupo de investigación, liderando una línea de investigación muy sólida en el campo de la Astronomía Extragaláctica: “Núcleos Activos de Galaxias”.
Cuenta con más de 300 artículos publicados en revistas de impacto internacional y un centenar de memorias sobre congresos internacionales. Su trabajo se ha caracterizado por romper dogmas con gran éxito y sus publicaciones han merecido más de 10000 citas, apareciendo en los rankings de ciencia entre los diez astrónomos más citados de América Latina.
Recibió el Premio Ciudad Capital Heberto Castillo Martínez en 2010, otorgado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México y, en esa ocasión, también por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), por sus estudios de la cinemática y las condiciones físicas del entorno próximo al núcleo de las galaxias, fundamentales para la comprensión del origen de los cuásares y agujeros negros, así como por su destacada labor en la difusión de la ciencia y en la formación de nuevos investigadores. En 2016, por su destacada trayectoria y la relevancia de sus contribuciones a la Astrofísica, la doctora Deborah Dultzin Kessler fue merecedora del Premio Universidad Nacional en el área de Investigación en ciencias exactas. En 2023, el pleno del Consejo Universitario (CU) de la UNAM aprobó conferirle el grado de Investigadora Emérita, nombramiento que reconoce su gran trayectoria y su enorme compromiso con la excelencia académica.
Es destacable además su contribución a la formación de personal investigador. Ha impartido clases en la licenciatura en Física de la Facultad de Ciencias desde su incorporación a la UNAM. Además, en 1988, contribuyó al diseño del posgrado en Astronomía y, desde entonces, continúa dando clases en él. Ha dirigido 22 tesis: diez de licenciatura, dos de maestría y diez de doctorado. Muchos de sus estudiantes ocupan puestos relevantes en diferentes centros de investigación de México.
No puedo acabar esta pequeña revisión de los méritos de Deborah sin mencionar su afición favorita, la música. Además de su habilidad como pianista, lo que más le apasiona es el canto. Pertenece, desde su formación, al Coro Filarmónico Universitario. Ella dice en una entrevista de la revista Azteca: “Cantamos obras corales con orquesta y no sabes, para mí ese sí es un gran reto; para mí escribir un artículo científico ya no representa dificultad, leerlo tampoco, pero leer una partitura sí es un gran desafío. Aun así, me encanta esta actividad, me siento soñada. Cuando salimos al escenario y nos aplauden me siento artista”.