revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Sala limpia

¿Qué hay que tener para poder pilotar un dron?

Miguel Abril (IAA-CSIC)
La respuesta

a) Sentido común.
b) La a) más un carnet de piloto de drones.
c) La a) más la b) más un carnet práctico del tipo de dron que queremos pilotar.
d) Nada. La a) es para pusilánimes.

Hay que ver lo rápido que cambian las cosas en esto de las nuevas tecnologías. Sin ir más lejos, la última revisión en normativa de drones no tiene, en el momento de escribir estas líneas, ni dos semanas de vida. En ella se autoriza a volar drones en algunas condiciones que antes no estaban permitidas, tales como por encima de núcleos urbanos, de noche o en la proximidad de espacios aéreos controlados (aeropuertos). Para ello es necesario sacarse una licencia más un carnet práctico del tipo de dron que se va a pilotar. Ahora bien, eso es en el caso de que se quiera volar drones con fines profesionales. En el caso de hacerlo sólo para pasar el rato no es necesaria licencia, si bien no se podrá volar en las condiciones especiales especificadas antes. Por tanto, de las cuatro posibles respuestas hay tres correctas: la c) si se pretende volar drones a nivel profesional, y la a) o la d), según tu grado de enajenación mental, para hacerlo por pura diversión.


Pero, ¿por qué están tan de moda los drones? Para empezar, matan muy bien. Es triste decirlo así, pero la realidad es que el mercado militar mueve el mundo. Seguramente la primera vez que muchos de los que leéis esto oísteis hablar de drones fue en alguna imagen del telediario, en la que aparecían unos aviones grises cargados de bombas y misiles, que tenían algo raro y no sabíais muy bien qué era. Al fijaros mejor descubristeis que la cabina no era transparente sino opaca, como si estuvieran pensados para ser pilotados por un maestro Jedi o por Stevie Wonder. Pues bien, esos grandes drones, como el famoso Predator y sus sucesores Reaper y Avenger, constituyen en la actualidad una de las mayores fuerzas de vigilancia y combate de los ejércitos más avanzados del mundo. Y seguramente en el futuro tomarán cada vez más importancia, gracias a las dos grandes ventajas que ofrecen: son mucho más baratos que un avión militar convencional y no ponen en riesgo la vida de un piloto, que aparte de ser un chavalote estupendo de Wisconsin o Novosibirsk, ha supuesto una elevada inversión en tiempo y dinero. Del orden de millones de dólares, euros, rublos o créditos galácticos estándar, según el contexto. Sin embargo, las capacidades militares de los drones no se limitan, ni mucho menos, a eso. En YouTube puede encontrarse fácilmente un vídeo reciente de una presentación de unos minidrones con capacidades peculiares. Para empezar, son operados exclusivamente por inteligencia artificial, por lo que una vez liberados en un entorno no requieren ninguna interacción humana. Cuentan con una carga explosiva de apenas tres gramos, pequeña pero suficiente para perforar un cráneo y su correspondiente cerebro. Para saber a qué cabeza hay que apuntar cuentan con reconocimiento facial, así que sus blancos se eligen durante la etapa previa de configuración, a partir de una base de datos con imágenes de terroristas, traficantes o vecinos que hacen ruido.  Por si todo esto no diera bastante miedo, la inteligencia artificial los dota de un movimiento estocástico que asemeja su vuelo al de una libélula y los hace prácticamente imposibles de ser derribados por un francotirador. Lo tienen todo pensado, los muy cadrones. En el sorprendente vídeo se utiliza un solo dron, pero mucho más impresionante sería una operación real, que se basaría en el despliegue de un ejército de estos dispositivos operando conjunta y coordinadamente. Así se podría eliminar, selectivamente y sin las molestias de escombros que dejan las armas nucleares, a la población de, pongamos, media ciudad. “La mitad mala”, dice orgulloso el presentador. Vale, pero, ¿quién decide cuál es la mala? En lugar de con un padrenuestro, la demostración del vídeo termina con un atronador aplauso. Es lo que tienen los congresos de armas, que la gente se viene arriba con estas cosas.
No obstante, no hay que dejarse llevar por esas terroríficas prestaciones para forjarse una opinión sobre los drones. En palabras de un gerifalte de los laboratorios GRASP, de la Universidad de Pennsylvania, que de esto entiende un rato: “Cualquier tecnología puede ser usada para fines militares, lo cual lleva a no preocuparse de dónde se va a utilizar, ya que de lo contrario no se investigaría nunca sobre nada”. Más bien hay que mirar más allá y pensar en el inmenso abanico de aplicaciones fascinantes que una tecnología así permite.  Aparte de sacar imágenes preciosas en eventos deportivos, reportajes de boda o documentales de La 2, los drones se están utilizando ya en variadas aplicaciones como la vigilancia aérea de fronteras y zonas sensibles a robos, grandes zonas agrícolas y cosechas, incendios forestales (mediante cámaras convencionales e infrarrojas), caza y pesca furtiva, vertidos ilegales, tráfico marítimo y contrabando o detección de bancos de peces como apoyo a la pesca. En construcción se utilizan para la comprobación de defectos estructurales y vigilancia de líneas de alta tensión, gasoductos y puentes, así como en la inspección de edificios e infraestructuras en accidentes y catástrofes. A la capacidad de alcanzar lugares inaccesibles para las personas se une la posibilidad de moverse en ambientes tóxicos o radiactivos sin arriesgar vidas humanas. En investigación algunas de las aplicaciones son la localización de yacimientos arqueológicos o paleontológicos y estructuras enterradas en el subsuelo, la detección de polución y su neutralización mediante agentes dispersantes o la investigación meteorológica. Otras aplicaciones más exóticas incluyen ahuyentar aves en los aeropuertos para reducir el riesgo de colisión con los aviones (por cierto, ¿por qué los motores de los aviones no tienen una rejilla antipájaros, igual que la que se pone en los huertos para que no entren los conejos? ¿No se le ha ocurrido a nadie? ¿Es que lo tengo que hacer yo todo?) o repartir paquetes a domicilio, aplicación esta última que a pesar de haber sido probada con éxito por Amazon no puede implementarse de momento por problemas de seguridad al volar sobre ciudades. Bueno, por eso y porque algún que otro dron les desaparecería sospechosamente en manos de algún usuario despistado que confundiera el paquete con el mensajero. Igual en Noruega no, pero aquí…

 

La pregunta

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