revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Ciencia en historias

¿Qué podría salir mal?

Por Sebastiano de Franciscis (Estación Biológica de Doñana, EBD-CSIC) https://lacienciaesaburrida.wordpress.com

Aeropuerto internacional de Melbourne, 7:00 AM, aduana.
- Déjenme los pasaportes por favor. Señor… ‘Pepito Pérez’: ¿puedo abrir su maleta?
Una brevísima mirada cruzó la mesa entre dos pares de ojos, los azules cristal de Pérez “El Gato” y los negros noche de Juan Carlos de B., “El Zorro”. Ese era el momento.
- Claro que sí.
- A ver: neopreno, ropa, objetivos fotográficos… ¿¿y esas manzanas??
Una pequeña gota de sudor en la frente de El Zorro. “Ay esos hipies mochileros, siempre iguales”, pensó el agente fronterizo.
- ¿Pueden seguirme unos minutos a la estación de policía, por favor?    
“Maldita sea, ¡era un plan perfecto! ¿Qué podría salir mal?”. Así empezó el agobio de El Zorro.

A mediados del siglo XIX surgieron en varios países del mundo las sociedades de aclimatación: organizaciones creadas con el fin de “enriquecer la biodiversidad de una región concreta con animales y plantas de otras partes del mundo”. Una de las primeras de estas sociedades fue La Société Zoologique d’Acclimatation, fundada en París en 1854. Estas sociedades se extendieron rápidamente por el mundo de los países europeos colonialistas, basando sus acciones en las colonias en la creencia de que la fauna local era de alguna manera deficiente o estaba empobrecida; había también un elemento de nostalgia en los colonos que deseaban ver especies familiares.  Además, varias introducciones fueron realizadas por el valor económico y comercial de la especie.
En algunas ocasiones los resultados de estas actividades fueron desastrosos en términos ecológicos y de biodiversidad: un claro ejemplo fue en 1859, con el caso del conejo europeo en Australia. Ese año fueron introducidos veinticuatro ejemplares de conejo europeo (Oryctolagus cuniculus) por un tal Thomas Austin, propietario de una finca en Victoria. Veinticuatro pequeños y tiernos conejitos. ¿Qué podría salir mal?
En 1866, siete años después de su introducción, 14.253 conejos fueron cazados  con fines deportivos en una propiedad de Austin. En aquella época, el señor Robertson, propietario de una tierra en Glen Alvie (Victoria), invertía cinco mil libras al año en un intento de controlar los conejos. En 1869 estimó que 2.033.000 conejos habían sido eliminados en su propiedad y que, a pesar de esto, seguían siendo tan numerosos como siempre.

Los descendientes de esos aventureros y tímidos veinticuatro conejos europeos se multiplicaron y se extendieron por todo el país gracias a la falta de depredadores naturales, un hábitat propicio y los suaves inviernos australianos que permitieron la reproducción durante todo el año.
Entre 1902 y 1907 se construyeron cuatro vallas a prueba de conejos para proteger la región occidental del país. Cuando fue completada la West Australian No1 Rabbit Proof Fence, con sus 1.833 kilómetros, era la valla más larga del mundo.  
En 1950 los conejos australianos eran seiscientos millones, y en poco más de un siglo, gracias también a las actividades de caza humana, se extendieron a casi todo el país, una superficie quince veces mayor que España. El movimiento de los conejos por el paisaje se denominó “una manta gris”: Australia fue testigo de la tasa de propagación más rápida de cualquier mamífero colonizador en el mundo.
El conejo europeo se había transformado rápidamente en una plaga, una especie invasora, generando problemas ecológicos y sanitarios. ¿Y las consecuencias? Unas cuantas: durante su expansión por Australia, el conejo ha desplazado y reemplazado a muchos marsupiales de tamaño pequeño y mediano, como el Macrotis lagotis, mejor conocido como Bilby, ahora una especie en peligro de extinción, y el Bettongia lesueur, extinto en 1960, y recientemente reintroducido en áreas protegidas, aprovechando y ocupando las madrigueras preexistentes y expulsando de ellas a estos y otros mamíferos.
El gran número de conejos ha aumentado además la cantidad de depredadores como gatos salvajes y zorros, los cuales ejercen presión sobre las pequeñas poblaciones de mamíferos nativos. En particular durante las sequías, el número de depredadores cae mucho menos dramáticamente que el del conejo, ejerciendo una intensa presión sobre las pequeñas poblaciones de mamíferos nativos. Los mamíferos nativos no son reproductores tan prolíficos y su número aumenta lentamente, a diferencia del conejo, que puede recuperarse rápidamente de un colapso de la población. Como consecuencia, los mamíferos nativos se extinguen localmente. 
Debido a su forrajeo selectivo, el conejo ha cambiado radicalmente la composición del ecosistema. La biomasa y la cobertura se ha reducido a medida que los pastos y arbustos perennes se reemplazan con especies anuales. Durante la sequía, los conejos matan árboles y arbustos cavando para comer sus raíces en busca de humedad. Por lo tanto, los conejos no solo controlan la germinación de especies, sino también la composición de especies de plantas maduras, lo que afecta nuevamente la biodiversidad.
El conejo europeo actualmente está incluido en la lista cien de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
Ahora diríamos que en el fondo es un problema del siglo pasado, y que la sociedad es más consciente de lo que era en la época colonial. ¿Estamos seguros? Volvemos a nuestros tiempos, a la querida vieja Europa:
El parque de María Luisa (Sevilla) alberga la mayor de las colonias de nóctulo gigante (Nyctalus lasiopterus), el murciélago más grande de Europa y del norte de África, clasificado como especie vulnerable.

Las hembras forman colonias en tiempo de cría y acuden al parque, buscando el refugio que ofrecen las cavidades de los grandes árboles. Las madres son constantes en su elección de cobijos, compartiendo nidos con otras hembras. Después del nacimiento de las crías, a partir de agosto la población se disgrega: algunos permanecerán en el parque todo el año mientras que otros no volverán hasta la próxima primavera.
En 1992, el personal del parque de María Luisa recogió una pequeña incidencia: una decena de cotorras de Kramer (Psittacula krameri) habían sido liberadas en los jardines. ¿Quiénes fueron? Autoridades políticas locales, quienes los soltaron durante un acto celebrativo, o bien los propios dueños, para librarse de un lote adquirido de forma irregular. No lo sabremos nunca, pero lo que sabemos es que ahora hay más de dos mil ejemplares de pequeñas y graciosas cotorras en el parque. ¿Qué podría salir mal? Nada, si no fuera por el detalle de que esta ave es considerada, al igual que el conejo, una de las cien peores especies invasoras en el continente.
Las cotorras también usan las cavidades de los árboles para pasar la noche y, cuando descubren a los murciélagos en su interior, los expulsan con violencia. En 2013 encontraron en el parque el primer cadáver de murciélago. En la temporada de cría 2016-2017, unos investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) pudieron observar treinta y seis ataques por parte de cotorras a nóctulos en árboles del parque. La violencia solía desencadenarse a medida que se acercaba el atardecer: uno de las aves atacaría a los murciélagos con el pico, entre gritos estridentes. La víctima se vería obligada a huir, pero al sufrir heridas en las membranas de las alas, las falanges y antebrazos, no lograría alzar el vuelo: en el suelo, estaría condenada a muerte.
Como resultado, los nóctulos gigantes han perdido en el periodo 2003-2017 el 81% de las cavidades en las que se cobijaban, mientras que el censo de cotorras ha crecido un 2192% en los últimos quince años.
“¡Es un caso aislado, único!”, dirá más de uno…
El alianto, Alianthus altissima, originario de China, se introdujo en España con fines ornamentales, para repoblar bordes de carreteras o fijar taludes, y sus largas hojas verdes son una visión habitual en todo el país.
Su vertiginoso crecimiento hace del ailanto el invasor perfecto: tolera condiciones variables de temperatura, de humedad, de luz, suelos pobres y el aire contaminado de las grandes ciudades. Es una planta muy competitiva, crece y coloniza muy rápido, se adapta muy bien al entorno y en España ya está dondequiera, sobre todo cerca de zonas urbanas. El alianto genera unas sustancias llamadas “alelopáticas” -tóxicas para las demás plantas- y altera el ciclo del nitrógeno, con lo que hace la vida casi imposible a la vegetación autóctona.
Otra planta invasora es la uña de gato, Carpobrotus edulis: esta especie ha modificado el suelo, alterando las comunidades de microorganismos y desplazado la flora nativa local. Las parcelas invadidas tienen un menor número de interacciones planta y herbívoro. Además, con la invasión se produce un reemplazo de especies y se facilita que otros herbívoros exóticos se hagan hueco en los ecosistemas.

Por cierto: ¿cómo terminó la historia de los conejos en Australia? Una de las primeras medidas masivas para controlar la población de conejos en Australia fue la de introducir en 1950 el virus Myxoma,  letal para los conejos, que en aquel entonces tenía una tasa de mortalidad del 99%. Ya sabemos a estas alturas que, generación tras generación, en la interacción virus-huesped, los huéspedes pueden mutar y desarrollar resistencia: fue exactamente lo que pasó.
En Nueva Zelanda, que padeció la misma plaga de conejos, decidieron a cambio introducir al final del siglo XIX en el país el armiño (Mustela erminea), mamífero carnívoro, para depredar el conejo europeo. El armiño ahora también está incluido en la lista cien de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo. ¿Qué podría salir mal?
Fin del documental. 

- Pepito y Juan Carlos, ahora espero hayan entendido mejor por qué, como dice el refrán, en Australia es más fácil pasar cualquier tipo de droga que un fruto, una planta, una semilla o un pequeño animal de un ecosistema forastero.
“Pero si es una técnica a prueba de todo: licuar la sustancia, inyectarla en la fruta, y, una vez llegados, destilarla. ¿Qué podría salir mal? ¿Cómo se han dado cuenta?”. El Gato casi rompe a llorar al escuchar, en su roto inglés, la palabra DRUGS.

La vida no puede contenerse, la vida se extiende a través de nuevos territorios y rompe las barreras dolorosamente, incluso peligrosamente… Sencillamente, la vida se abre camino.
Ian Malcolm, Jurassic Park