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revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía
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La mujer más fea del mundo
Damas y caballeros, oscuro es el origen de la maravillosa criatura que van a ver. Este híbrido maravilloso tiene pelo por todo su cuerpo y una cara fuera de lo normal.
¿Su linaje? Una de las mujeres de una tribu india desapareció y seis años después apareció con una niña de dos años cubierta de pelo a la que cuidaba con afecto, aunque dijo no ser su madre. También dijo que la había raptado otra tribu enemiga, pero allí no había ni una sola persona a cientos de millas. Sin embargo, sí multitud de monos, babuinos y osos.
Damas y caballeros, ante sus ojos, Julia Pastrana, ¡la mujer babuina!
Esta que estáis viendo es Julia Pastrana. Mujer mexicana nacida en 1834 con una enfermedad rara que le hacía tener pelo por todo el cuerpo y un pronunciadísimo prognatismo. Hablaba tres lenguas, cantaba, bailaba, tocaba la guitarra y la armónica y hasta fue capaz de hacer acrobacias a caballo. Fue una de las mujeres más famosas de su tiempo (aunque no solo). El mismísimo Darwin se interesó por ella y la citó en una de sus obras; también apareció en novelas, en poemas escritos a su nombre e, incluso, ya en pleno siglo XX en programas de radio y hasta en una película.
Su condición física la llevó por todo el mundo, donde fue presentada con todos estos calificativos: la mujer mono, la no-descrita, la sin nombre, el híbrido maravilloso, la mujer barbuda; y también como…. la mujer más fea del mundo. Esta es su historia:
PRIMER ACTO
La vida pública de Pastrana comenzó cuando solo tenía veinte años (1854). Salió de Sinaloa en busca de fortuna cuando se cruzó con un americano que, al verla, le ofreció viajar a los Estados Unidos para exhibirse por dinero.
Nueva York fue el primer lugar en el que se mostró ese mismo año, y comenzó así la atracción por esta mujer tanto por parte del público general como por parte de los hombres de ciencia y medicina de la época. En poco menos de tres años cambió tres veces de representante y recorrió con éxito grandes ciudades de Estados Unidos y Canadá. La gente acudía en masa a ver lo que algunos hombres de ciencia del momento llegaron a catalogar como una especie distinta e, incluso (expidiendo certificados médicos), como un híbrido entre humano y orangután. En esta época el imaginario pseudocientífico admitía que en Sumatra y Borneo los orangutanes raptaban y poseían a mujeres indígenas.
Así, y con el que sería el hombre de su vida, el señor Lent, ya como su agente, Julia llega a Europa 1857. Anunciada como la “no-descrita”, un término muy usado para animales extraños y monstruos de ultramar, aparece en Londres calificada como el eslabón perdido justo antes de la teoría de la evolución. En la época victoriana el folklore, la historia natural, la medicina, la moralidad y las curiosidades científicas estaban entremezclados. Los científicos pre-evolucionistas estaban muy interesados en los seres deformes, los abortos, las monstruosidades, ya que creían que podrían ayudarles a comprender la naturaleza de las especies. Y la hipótesis del eslabón perdido era recurrente cada vez que aparecían criaturas aptas de ocupar ese espacio, como fue el caso de Pastrana.
El híbrido maravilloso fue durante seis meses la sensación en Londres. Muchos científicos se interesaron por ella, incluido el médico que encontró y cuidó al Hombre Elefante y llegó a ser incluso materia de la revista médica The Lancet. Saltaron al continente a finales de 1857, donde continuó el éxito arrollador, aunque también aparecieron los primeros problemas cuando las autoridades intentaron suspender los espectáculos. Cuando estaban en Alemania, en una obra que se había escrito exprofeso para ella para un importante teatro, la policía secreta escondida entre el público hizo que el espectáculo se suspendiera tras la segunda representación por obsceno. Los obstetras dijeron que si las mujeres embarazadas veían este espectáculo abortarían o, aún peor, tendrían hijos iguales a ella.
De este paso por Europa, dos hechos destacables: el matrimonio con su representante, el señor Lent, y los documentos que nos hablan un poco más de cómo era Pastrana. De nuevo, más estudios médicos y científicos y también una larga entrevista en una revista, la única, en la que el periodista quedó muy impresionado por la humanidad y educación de Julia, que le contó que era feliz y que había recibido hasta veinte proposiciones de matrimonio, que había rechazado porque no eran suficientemente ricos.
Estando en Moscú, de nuevo con gran éxito, se queda embarazada. Al dar a luz, con un gran número de ginecólogos atendiendo el parto, tiene a un varón con su misma enfermedad que fallece a las pocas horas. A los cinco días Julia, con veintiséis años, muere también. Pero esto no es el fin…
SEGUNDO ACTO. EMBALMED FEMALE NON-DESCRIPT
Como en esta historia no falta de nada, tenemos hasta un científico ruso con un secreto: El profesor Sukolov, de la universidad de Moscú, que compra al “afligido” marido los cuerpos de ambos para embalsamarlos, lo que hace por un procedimiento secreto de su invención. Tan bien quedaron y tan secreto fue que no publicó los pormenores del proceso, como había acordado con –de nuevo— The Lancet. Las momias se exponen en el instituto anatómico y de nuevo comienza a llegar mucha gente para verlas, así que Lent entra de nuevo en el juego y compra los cuerpos al profesor ruso.
Y, si Julia vio mucho mundo en vida, mucho más vieron su momia y la del bebé.
Entre 1862 y 1884 Lent las paseó durante años por toda Europa. Le dio tiempo además a casarse con una nueva mujer barbuda a la que cambió el nombre por el de Zenora Pastrana para hacerla pasar por la hermana y exhibirla junto a la momia. Hicieron hasta pases privados para familias reales. En 1884 Lent enferma y muere, Zenora se retira y, cinco años después, vende las momias.
Las momias siguen viajando en circos ambulantes, exposiciones antropológicas y otros lugares, cambiando de mano, hasta que en 1921 las compra quienes van a ser ya sus dueños definitivos: los Lund, una familia de feriantes noruegos que las incluyó en su Cámara de los Horrores.
Como en esta historia no falta de nada, también tenemos a los nazis. En 1943 prohibieron su exhibición, pero Lund hijo les convenció para que continuara, con la promesa de que los beneficios irían para el tesoro del tercer Reich.
En 1969 Julia Pastrana vuelve, más de cien años después, a los titulares de los periódicos. Un coleccionista americano quiere comprar las momias, y el empieza un regateo que fue seguido por los lectores con gran entusiasmo. El regateo no se remató porque el coleccionista murió de un ictus, pero Lund nieto aprovecha la publicidad para emprender otra gira por Suecia y Noruega en 1970, que incluso tuvo parada en Estados Unidos. En esta gira, igual que en los panfletos de Londres de 1857, se anuncia a Julia Pastrana como un híbrido entre hombre y simio. Fueron tres años de éxito que acabaron cuando las autoridades prohibieron el espectáculo y las momias volvieron a un almacén. Allí sufrieron dos asaltos, que echaron a perder la momia del niño, y en el segundo de los cuales se llevaron el cuerpo de Julia. Durante años no se supo nada más de ella. Hasta que, en 1990, una revista de detectives de Estados Unidos reveló que las momias estaban en el Instituto de Medicina Forense de Oslo. Resulta que, tras el último asalto, la policía encontró cerca del almacén la momia de Pastrana y la llevó directamente a la universidad. Lo curioso es que no se lo comunicó al dueño. La momia estaba desnuda, con un brazo arrancado, pero a buen recaudo en la institución académica. Pero… esto no es el fin.
TERCER ACTO. REPATRIACIÓN
En 2005 la artista mexicana Laura Anderson Barbata estaba haciendo una estancia en Oslo, donde conoce la historia de Julia Pastrana y comienza su lucha por recuperar el cuerpo y retornarlo a México para enterrarlo. Si en vida Julia Pastrana fue parte del debate científico más importante de su momento –la evolución–, en muerte se vuelve a convertir en paradigma de otro amplio debate, este todavía abierto: el de la repatriación. Durante años Laura Anderson pleiteó con la universidad de Oslo para que el cuerpo fuera repatriado a México. Finalmente, en 2013, el cuerpo embalsamado de Julia Pastrana fue colocado en un ataúd de zinc (los que se usan para preservar cuerpos momificados) pero enterrado bajo una capa de cemento de más de un metro para que nunca más pueda ser recuperado.
Este sí parece ser el fin. ¿Fue la de Julia una mala vida? Está registrado que al morir dijo: “muero feliz porque me siento amada por quien soy”. Hay quienes dicen que fue su marido quien puso estas palabras en boca de Julia. Lo cierto es que no podemos juzgar los hechos del pasado con los ojos del presente, ni tampoco saber sin pruebas si fue una mujer explotada o una mujer que explotó su físico. El caso de Julia Pastrana es paradigmático de cómo la ciencia está determinada por el pensamiento de la sociedad de su época.