revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Reportaje

Un hermoso manuscrito sobre cometas del siglo XVI

UN TRATADO SEGÚN EL CUAL LOS COMETAS PODÍAN DISPARAR GUERRAS, PRODUCIR SEQUÍAS O LA MUERTE DE REYES
Por Montserrat Villar (CAB, CSIC-INTA)

A mediados de noviembre 1577, las gentes de Europa miraron al cielo con asombro. Una estrella nueva había hecho su aparición en el cielo de la tarde hacia el oeste. A medida que el crepúsculo dio paso a la noche se hizo aparente una larga cola que se extendía en dirección opuesta al Sol. Era un cometa. Dijeron que brillaba como la Luna, que ardía como un fuego entre las nubes, que su brillo iluminó toda la Tierra. 
Varios estudiosos del cosmos, Tycho Brahe entre ellos, tomaron medidas de la posición del cometa en días diferentes. Los cálculos demostraban que estaba más allá de la Luna. Esto tenía implicaciones muy profundas.
Significaba, por un lado, que no todos los cometas eran exhalaciones de la Tierra, como propusiera Aristóteles (384-322 a.C) hacía casi dos mil años. En su obra “Meteorología”, el filósofo griego excluyó los cometas del ámbito de los astros, que definió como eterno e inmutable, y los explicó como fenómenos meteorológicos. Según él, la esfera del aire entre la Tierra y el mundo celeste contenía exhalaciones calientes y secas que ascendían desde la Tierra hasta la región superior donde podían llegar a arder. Cuando presentaban la consistencia adecuada se formaba un cometa, que se consumía lentamente. Las estrellas fugaces y los bólidos, por el contrario, se producían por conflagraciones tan débiles o tan rápidas que se extinguían en breve. Aristóteles atribuyó a los cometas el presagio de sequía lo que, según argumentaba, demostraba también su naturaleza ígnea. Su teoría fue ampliamente aceptada durante dos milenios por eruditos de diferentes culturas, tanto musulmanes como cristianos.
La enorme distancia del cometa de 1577 implicaba que no era un fenómeno del aire, sino que formaba parte del mundo de los astros. Este, por tanto, no era perfecto e inalterable. Aunque su naturaleza seguía siendo un completo misterio, este cometa contribuía a resquebrajar el edificio milenario construido sobre los cimientos de la cosmovisión aristotélica aún defendida por muchos pensadores de la época. 

EL LIBRO DE LOS COMETAS

Debido a su supuesta capacidad anunciadora o causante de eventos espantosos en el mundo, los cometas fueron objeto de atención desde la antigüedad. Aquel significado astrológico de terribles augurios, hoy descartado, seguía muy arraigado en la Europa del Renacimiento, como muestran multitud de escritos y grabados. El “Libro de los Cometas” es un ejemplo muy hermoso. Fue publicado en 1587 (una década después del avistamiento del gran cometa de 1577) con el título “Acerca de los cometas y de sus significados generales y particulares según Ptolomeo, Albumasar, Haly, Alquind y otros astrólogos”. Aunque hacía más de un siglo de la invención de la imprenta moderna por Guttenberg, la obra fue manuscrita.   
Poco se sabe de este tratado. Se conservan dos copias algo distintas, que probablemente salieron del mismo taller: una se encuentra en la biblioteca de la Universidad de Kassel, en Alemania, y otra en la biblioteca del Instituto Walburg de Londres. La obra se escribió en francés. Dos tipos de caligrafía apuntan a dos escribas diferentes. Se desconoce si uno de ellos hizo también las ilustraciones, o si estas fueron realizadas por una tercera persona o quizás por varios artistas del mismo taller. Se ignora también quiénes fueron sus patrocinadores y primeros destinatarios, aunque algunos indicios apuntan que fue encomendado por Louise de Coligny, cuarta y última esposa del príncipe Guillermo de Orange.
En su contenido no se mencionan ni la fecha ni el lugar de ejecución. Las alusiones frecuentes a varias provincias de los Países Bajos y a Guillermo de Orange, así como las características de los paisajes, sugieren que el origen estaría en Flandes. No se descarta el norte de Francia. La mención a la aparición de “tres soles similares el año precedente de 1586” (fenómeno llamado parhelio) marcan el año 1587 como el más probable de su creación. El taller donde se realizaron las ilustraciones, seguramente ubicado en una ciudad costera del norte de Europa, hubo de ser uno de los pocos que aún iluminaban tratados a mano a finales del siglo XVI.
El ejemplar de Londres fue comprado en 1918 en una subasta en Berlín por el historiador Aby Warburg. El alemán fue inventariado en 1686 como parte del legado que recibió Kassel de la bibloteca Jüngeren Palatina. Sufrió daños durante la Segunda Guerra Mundial en los bombardeos de esa ciudad.
 

EL ORIGEN

El autor (o autores) de “El Libro de los Cometas” cita como fuentes a Ptolomeo (h. 100-170) y a los astrólogos árabes Albumasar (787-886), Haly (h. 968-1061) y Alquind (probablemente Al-Kindi, h. 801-870). Sin embargo, la raíz se ha identificado en un manuscrito anónimo de origen español titulado “Liber de Significatione Cometarum” (Libro Sobre el Significado de los Cometas) escrito en latín y datado en el segundo cuarto del siglo XIII, quizá en 1238. 
Los tratados sobre cometas y sus connotaciones astrológicas proliferaron en la Edad Media. Su producción se multiplicó a partir del siglo XV tras la llegada de la imprenta. Muchos mencionaban a Aristóteles, Ptolomeo, Haly o Albumasar como referencias. En ellos se disertaba sobre el significado, aspecto y naturaleza de los cometas. Todos recogían y perpetuaban una tradición transmitida de manera escrita y oral desde hacía siglos acerca de las creencias e interpretación astrológica sobre estos fenómenos prodigiosos. 
El manuscrito “Liber de Significatione Cometarum” de 1238 es uno de estos tratados. Fue copiado y traducido en repetidas ocasiones y tuvo amplia difusión. Su autor estaba familiarizado con la literatura astrológica griega, árabe e incluso india. Su estructura se convirtió en la manera estándar de tratar las apariciones de los cometas, su significado y clasificación hasta el siglo XVII. Compila en dieciséis capítulos extractos de textos de autoridades diversas como las ya mencionadas. En el siglo XV se produjo una versión abreviada de ocho capítulos en Francia que, muy seguramente, sirvió de modelo al autor de “El Libro de los Cometas” al que dedicamos este artículo.  

EL CONTENIDO

Los primeros capítulos están dedicados al origen de los cometas y otros fenómenos, como las estrellas fugaces (étoiles courantes). El autor hace alusión expresa a Aristóteles y su teoría de los vapores terrestres. Es decir, los considera fenómenos meteorológicos. Diserta sobre los efectos en general, citando a los sabios nombrados más arriba. Menciona guerras, sequías, hambrunas, crisis de fe, cambio de reyes, motines, etc. Afirma que los cometas están relacionados con los planetas, los cuales influyen tanto en el aspecto como en las alteraciones que provocarán. Así, si los vapores que forma un cometa son de color blanco, demuestran la naturaleza de Júpiter, pues ese color indica templanza, una virtud considerada joviana. Si rojo, tono que indica sequedad y calor, su naturaleza es de Marte. Si los colores son diversos, tiene el temperamento de Mercurio porque, siempre según el escriba, este planeta tiene varios estados y significados. Es decir, la tonalidad indica una determinada propiedad supuestamente acorde con el temperamento del planeta al que se atribuye ese color. Los efectos, la duración y los lugares donde se sentirán dependerán también del signo zodiacal en el que aparece el cometa y la dirección hacia la que apunte el extremo de la cola. 
Siguen varios capítulos dedicados a la descripción detallada de los diferentes tipos de cometas y su significado. Recogiendo la tradición de tratados antiguos, los organiza en diez clases: Miles, Argentum, Azcime (o Dominus Aschone), Veru, Gebea (o Tenaculum), Pertica, Rosa, Scutella, Aurora (o Matuta) y Domina Capillorum. Según el autor, los nueve primeros son descritos en el “Centum Verbis” (Centiloquio) un texto anónimo atribuido de manera errónea a Ptolomeo durante siglos. El décimo, dice también, es mencionado por Haly en su comentario al texto de Ptolomeo. Incluye además dos capítulos dedicados al sol triple (parhelio) y a la aurora boreal.
Las ilustraciones, bellísimas, tienen elementos comunes. La mayoría son escenas costeras, con preciosos y bucólicos panoramas que, en general, nada tienen que ver con las desgracias anunciadas por los cometas. El cielo sobre el horizonte es de tonos estridentes, rojos y amarillos. Hacia la parte superior se torna azul, blanco y gris. El cometa es el protagonista absoluto de todas las escenas. Tiene un tamaño desproporcionadamente grande en comparación con el paisaje. Unos tienen cola, otros no. Las nubes cambian de forma, se retiran para dejarle espacio (el artista lo considera, como decíamos, un fenómeno del aire). Su resplandor las ilumina. Se entrevén algunas estrellas que llegan con la noche. Los colores amarillos y rojos, la forma de la cola y la cabellera recuerdan a menudo al fuego, haciendo alusión, quizá, a su naturaleza ígnea. Abajo, embarcaciones de distintas formas y tamaños avanzan por el agua. La gente se dedica a sus tareas sin apenas percatarse de la presencia del cometa. 
A continuación, describimos varios cometas y sus efectos basándonos en el texto y las iluminaciones del manuscrito de Kassel.

MILES

Es del temperamento de Venus y es tan brillante como la Luna llena. Tiene crines y el color resplandece como el oro. Sigue su curso por todos los signos del Zodíaco. La cola conlleva el peor presagio. Cuando aparece, aterroriza a los reyes y a las gentes poderosas. Nacerán hombres que transformarán las viejas leyes en otras nuevas. 
En la ilustración, el cometa, enorme, ha sido pintado con tonos amarillos y rojos. Parece de fuego. Ajeno a su presencia, un hombre rema en una pequeña barca en medio de un paisaje bañado por los espléndidos colores del atardecer. En esta estampa bucólica, un campesino defeca bajo un árbol con los pantalones bajados y las nalgas al aire. Ha dejado la horca de dos dientes en el suelo. Un búho le mira desde arriba posado tranquilamente en una rama. 

ARGENTUM

Es de la naturaleza de Júpiter. El tono blanquecino de sus bonitos rayos se asemeja, dice el copista, a la plata pura. De ahí su nombre. Cuando aparece este cometa, significa años abundantes y fértiles en las tierras donde se muestra, especialmente si aparece mientras Júpiter reina en uno de los signos acuáticos, Cáncer, Escorpio o Piscis. Nótese que aquí tenemos un cometa que trae buenos augurios.
En la ilustración, el cometa Argentum es representado con tonos grises, azulados y blancos. Efectivamente, parece de plata. Dos hombres ignorantes de su presencia arrastran con esfuerzo un barco velero hacia la orilla usando unas gruesas sogas. Otros dos reman en una barca. A lo lejos, una llama arde junto a un edificio. Podría ser un faro.

PERTICA

El escriba explica que este cometa puede adquirir dos aspectos diferentes. En el oeste, cerca del Sol, recuerda a una columna. Cuando está en el este, parece una estrella brillante partida en dos. De la naturaleza de Mercurio y Marte, anuncia plaga y enfermedad.
Dependiendo de dónde se muestre y qué planeta haya cerca, el significado varía. Así, si aparece hacia el norte, significa sequía y, como consecuencia, escasez de trigo y otros productos de la tierra. Morirán reyes en las regiones en las que sea visto. Si se encuentra con Marte, habrá grandes batallas entre los hombres.
El artista ha ilustrado Pertica con los dos aspectos que puede presentar. El gran cometa de 1577 fue clasificado según este tipo.
 

ROSA

Este cometa es grande y redondo como un sol, con un color amarillento, como de plata y oro mezclados. Una vez se volvió de color rojo y brilló tanto que venció a la noche. Después su tamaño disminuyó gradualmente hasta que se consumió y su claridad se perdió. Denota la muerte de hombres poderosos allí donde es visto. Provocará mudanza de las cosas a mejor estado. 
En la ilustración, el cometa mira al lector con rostro amable. Sus largos rayos iluminan el cielo; no hay estrellas como en las ilustraciones de los demás cometas. Rosa ha hecho que la noche desaparezca. 

AURORA (O MATUTA)

Tiene el temperamento de Marte. Cuando aparece hacia el este con la cabeza baja y la cola alta habrá sequía, incendios, hambrunas, y guerra en la tierra de Babilonia y Egipto. 
Esta es la única ilustración en que el artista muestra el horror presagiado por el cometa. Aurora es de color rojo y amarillo. La cabeza está baja y alta la espléndida cola. Bajo su auspicio aterrador una ciudad es devastada por las llamas. Personas y animales huyen del fuego que avanza sin control. El resplandor de la conflagración ilumina el paisaje. 

LOS TRES SOLES (PARHELIO)

Tras la muerte de César aparecieron por el este tres soles que, poco a poco, se convirtieron en uno. Pudieron anunciar la llegada al gobierno de Marco Antonio, Lucas Antonio y Augusto (nombres así mencionados en el texto). Se referiría al Segundo Triunvirato de Roma. Alternativamente explica que podrían haber presagiado que la Santísima Trinidad sería conocida por todo el mundo. Tres soles, añade, fueron vistos también en Holanda y Zelanda el año precedente 1586. Esto, como decíamos, ha ayudado a datar el manuscrito.

EL CÍRCULO ARDIENTE

El escriba relata que, a mediados de año, se observó una “corona” (o “círculo ardiente”, según el manuscrito de Warburg) en el cielo de Brabante. Otra similar se vio sobre Bruselas. Hasta la media noche, y durante tres horas, lanzas y picas de fuego fueron arrojadas hacia oriente y occidente. Según el historiador Jean Michele Massing, la narración que sigue a esta descripción hace alusión al motín de la armada española ocurrido entre la captura de Ziericsee (29 junio de 1576) y la caída de Alost (25 de Julio de 1576). 
En la ilustración que acompaña a estos pasajes del texto (imagen izquierda página contigua), el cielo ocupa prácticamente toda la escena. Infinidad de ráfagas de fuego son lanzadas desde un círculo luminoso situado entre las nubes. Caen en todas direcciones sobre un paisaje en calma. Esta representación nos recuerda una lluvia de estrellas. El círculo ardiente sería el radiante, es decir, la zona de la bóveda celeste de donde, por efectos de perspectiva, parecen partir todos los meteoros durante una lluvia.   
No es descartable que el artista se inspirara en un avistamiento de una copiosa lluvia de estrellas, pero según la tradición se trataría de una aurora boreal. Así lo indica la batalla que está ocurriendo en el cielo (téngase en cuenta también que, en la primera iluminación del tratado, aparecen varias estrellas fugaces cruzando el cielo nocturno en diferentes direcciones). A izquierda y derecha, dos ejércitos a caballo y a pie se preparan para la batalla. Se aprecian las siluetas de los animales, los soldados y sus lanzas. Durante la Edad Media era frecuente interpretar las auroras boreales como augurios de guerras. Era una herencia de tradiciones anteriores. Se encuentran numerosas descripciones de contiendas vistas en el cielo coincidiendo con dicho fenómeno, así como grabados inspirados en esta interpretación. En algunos casos, las luces nórdicas se representaron como ríos de sangre en el campo de batalla celeste.  

Al margen de la verdadera esencia y origen de los cometas, durante milenios se les atribuyó un carácter profético de muerte y devastación. Esa aura terrible se desvaneció a medida que su naturaleza fue desvelada. Aunque hoy no queda rastro de aquellas supersticiones, el pavor que inspiraron impulsó su estudio mediante la datación, clasificación y descripción. Quedaron como legado numerosos tratados que, como “El Libro de los Cometas”, perpetuaron una tradición milenaria, amalgama de culturas muy diversas. Aquellos textos fascinantes y las ilustraciones que los acompañan nos permiten hoy reconstruir el conocimiento sobre estos objetos extraordinarios a través de los siglos, así como comprender el papel que jugaron en la historia de nuestra cultura. 

NOTA
Este artículo está basado en la transcripción del texto original en francés de “El Libro de los Cometas” realizada por Rose-Marie Biehlig, licenciada en historia del arte (Francia) y en historia (Alemania). Entre otras fuentes bibliográficas, he utilizado también el trabajo de investigación que, además de la transcripción, Biehlig desarrolló para su tesis de Máster bajo la supervisión de Anne-Marie Legaré de la Universidad de Lille (2008). Ambos textos fueron generosamente cedidos por su autora.

Crédito de las imágenes: Licencia Creative Commons.  “El Libro de los Cometas”. Manuscrito 4º Ms. astron. 5. Universitätsbibliothek Kassel, Landesbibliothek und Murhardsche Bibliothek der Stadt Kassel.