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revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía
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Depuración
Depurar:
1. tr. Limpiar, purificar. U. t. c. prnl.
4. tr. Eliminar de un cuerpo, organización, partido político, etc., a los miembros considerados disidentes.
La Edad de plata de la ciencia española
A comienzos del siglo XX, y tras la notoriedad alcanzada por Ramón y Cajal, en España se inicia un proceso de modernización de la frágil investigación científica española. El objetivo era superar el famoso “¡que inventen ellos!” de Unamuno, un lema que, salvo muy contadas y particulares excepciones, había marcado el interés por la ciencia en este país desde el final de la guerra de la Independencia con los franceses.
Una de las primeras acciones tomadas por el entonces presidente Segismundo Moret fue la creación, en 1907, de la Junta de Ampliación de Estudios Científicos (JAE) presidida por el propio Ramón y Cajal hasta su muerte en 1934.
Con la JAE arranca un sistema de pensiones que permitió a jóvenes investigadores formarse en universidades y centros de investigación extranjeros (algo inaudito para la España de la época). Además se crean institutos, laboratorios y centros de investigación, como el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, con el fin de rentabilizar esta formación y lograr el despegue de algo que pudiera bautizarse como un “sistema científico español”.
En poco más de diez años, esta política comienza a dar sus frutos: se consolida toda una generación de prometedores investigadores, especialmente en el área de física y química; se logra una fuerte inversión de la Fundación Rockefeller para la construcción del potente Instituto Nacional de Física y Química (INFQ); se funda la Residencia de Estudiantes, emulando el ambiente de los colleges de Cambridge y Oxford; se crean los Instituto-Escuela para la renovación de la educación no universitaria en el ámbito de las ciencias; y se estimula una lenta pero continuada incorporación de la mujer al sistema científico y universitario. En los más de treinta años de vida de la JAE se consigue un tejido científico asentado y prometedor, con una incipientey pujante proyección internacional (avalada con visitas tan ilustres como las de Albert Einstein o Marie Curie) y con un claro espíritu liberal y de reforma. Es la Edad de plata de la ciencia española.
Pero estalla la Guerra Civil.
Tras la contienda, la JAE fue disuelta y reconvertida en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con un espíritu puramente conservador, y arranca la depuración: de quinientos ochenta catedráticos, veinte fueron asesinados, ciento cincuenta expulsados y ciento noventa y cinco se exiliaron.
Blas Cabrera: exilio
Blas Cabrera Felipe, el llamado padre de la física española, rector de la Universidad Central de Madrid, director del Laboratorio de Investigaciones Físicas y del INFQ, experto mundial en magnetismo, fue uno de nuestros investigadores con mayor peso internacional. Miembro del comité científico de las famosas conferencias Solvay, anfitrión de la visita de Albert Einstein a España e introductor de sus teorías en este país, fue nombrado miembro de la Academia de Ciencias de París en sustitución del legendario Arrhenius. Fue depurado, automáticamente y sin posible apelación, mediante orden ministerial en febrero de 1939: “por su pertinaz política antinacionalista y antiespañola en los tiempos precedentes al Glorioso Movimiento Nacional”. Se exilió en México, al igual que el más de medio millar de investigadores de diferentes ramas científicas. Allí murió en 1945.
Teresa Salazar: expulsión
El régimen supuso un abrupto final para la carrera investigadora de muchas de las mujeres que habían sido pensionadas y formadas en la JAE. Para los vencedores, no se necesitaba “formación científica para ser la reina de los hogares”. Algunas mujeres intentaron continuar con su carrera investigadora, pero se vieron expulsadas por un sistema que no solo no perdonaba su posible pasado republicano, sino muy especialmente su condición femenina. Un ejemplo es Teresa Salazar, colaboradora de Enrique Moles en el INFQ, con el que publicó cinco artículos científicos sobre determinación de pesos atómicos, fue premio extraordinario de doctorado en 1931 y pensionada para investigar la estructura del núcleo atómico en el mismísimo Instituto Curie. A pesar de su extraordinario currículum –muy superior al de sus competidores- no logró nunca una plaza de catedrático y solo pudo obtener una de profesora adjunta en 1947. En una de las numerosas convocatorias a las que se presentó le exigieron la renuncia y le explicaron que la eliminaban no por razones científicas, sino “por causas que no se podían decir”.
Jesús Yoldi Berau: liquidación
El 28 de noviembre de 1936, el Rector de la Universidad de Granada, D. Antonio Marín Ocete, “comunica a la Junta Técnica que D. Jesús Yoldi Bereau no se ha presentado a su destino, quedando así vacante su cátedra de química de la Universidad de Granada”. Jesús Yoldi, catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada desde 1924, miembro de la Junta de Gobierno de dicha universidad y alcalde de la capital granadina desde 1932, había sido fusilado apenas un mes antes frente a la tapia del cementerio de Víznar.
Son solo tres casos entre centenares de “depuraciones”, como la de José Castillejo, auténtico impulsor de la JAE; Odón de Buen, pionero de la oceanografía española; Luis Santaló, uno de los padres de la geometría integral; Enrique Moles, autoridad mundial en la determinación de pesos atómicos; Ignacio Bolívar, sucesor de Ramón y Cajal como presidente de la JAE; Arturo Duperier, candidato al premio Nobel por sus estudios en radiación cósmica, y así un largo etcétera de varias generaciones perdidas, aniquiladas, exiliadas… depuradas.
Referencias:
“La destrucción de la ciencia en España. Las consecuencias del triunfo militar de la España franquista”, Luis Enrique Otero.
“Sabias en la segunda república”, Adela Muñoz.
“La ciencia que desmanteló Franco”, Manuel Ansede.